miércoles, 26 de marzo de 2008

La inutilidad

Cuando el cerebro se vuelve tan pequeñito, tan pequeñito, se abren rendijas por todas partes. Como cuando le pedía a mi madre que dejara una grieta en forma de luz y de serpiente a los pies de mi cama. La habitación era, en realidad, MUUUUUCHO más grande.